El Templo

Andaba descalza por el camino, sintiendo el frío mármol en sus pies. Sabia que tenia que ir al templo, algo se lo indicaba. Cuando llegó a la entrada, subió los tres peldaños despacio, temiendo equivocarse. Posó su mano en la columna, buscando un apoyo para continuar. En ese instante sintió una fuerza que se apoderaba de ella, llenándola de una solemnidad que nunca hubiera creído tener.

Caminó hacia el altar, sin dudas, segura de si misma, haciendo caso omiso a las miradas que le dirigían aquellos seres. No podía verlos, pero notaba su presencia: eran reyes y reinas de la antigüedad. Se encontraban entre las columnas, ocupando el lugar que les correspondía en el trono.

La muchacha

Aquella joven era alta y delgada, su cabello largo, de un negro que acompañaba a la noche; sus ojos eran de un azul plata, que hasta el agua envidiaba, de facciones salvajes. No era una joven que pudiera destacar, pero mas de una hubiera deseado ser como ella. De piel fina y blanca, su cuerpo ya estaba formado. Llevaba un vestido blanco, que le caía por el cuello, y se le ceñía en el pecho, marcándole su fina cintura hasta las rodillas. Estaba mojada, toda enmarañada, caminando hacia el Templo.

Ruinas del Lobo

Un lugar desértico que ya nadie recuerda, en el que solo queda ya un precioso camino de mármol blanco, que conduce a un Templo circular rodeado por columnas. Alrededor de él se extiende una playa de arena fina y dulce... Es un lugar en calma, un sitio de recogimiento... En él reina la noche... una noche eterna...

En ese templo se cuenta una leyenda sobre una joven que llego arrastrada por el mar...